Escrito por Cielymar González Morales
“Comencé a tener
pesadillas del abuso durante mi embarazo… Ya había ido a un terapista para
trabajar con lo del abuso, hace ocho años atrás. Era extremadamente frustrante
para mí tener que lidiar con estas cosas otra vez” – historia de Lanie
“Cuando mi hijo tenía 3
semanas de nacido, las memorias empezaron a llegar. Empezaron despacio, pero
cada vez fueron desencadenándose más rápidamente en mi vida. Mi maravilloso
doctor me dio una tarjeta, en una de nuestras numerosas visitas, diciéndome que él entendía que estas personas me podían ayudar. Aparentemente, él se dio
cuenta de que algo estaba sucediendo que yo no le podía contar… Él vio los
síntomas, aun cuando no le había hablado de mi historia o de lo que estaba
sufriendo. No tenía idea a qué él se refería, pero decidí que tenía razón. Resulta que “estas personas” tenían una
organización para sobrevivientes de abuso. Con su ayuda, me uní a un grupo de
apoyo y utilicé el libro The Courage to
Heal” – historia de Joanna
“Quería un parto
natural y lactar a mi hijo, pero el sistema intervino y sin darme cuenta, volví
a convertirme rápidamente en una víctima…
Mi habilidad para confiar en mí y saber qué era lo mejor para mi hijo y
para mí, fue menospreciado por la profesión médica.” – historia de Stephanie
El mes de abril es el
Mes de la Concienciación sobre el Abuso Sexual. Una de cada cuatro mujeres es
víctima de algún tipo de abuso o ataque sexual en su vida, ya sea de forma
física, psicológica o verbal. No todas lo
reconocen como tal y no todas lo recuerdan, particularmente si ocurrió bien
temprano en su vida. Esto, y la vergüenza y el miedo que experimentan las que
sí están conscientes de lo que ocurrió, lleva a que más del 60% de las víctimas
no reporten, aun cuando más del 90% de las víctimas conocen a su atacante. Pero,
el no reportar o el no reconocer que algo traumático ocurrió en tu vida, no
evita que los efectos del trauma se presenten.
El dolor de este trauma es genuino. Como sobreviviente de un trauma
puede que en ocasiones parezca que reaccionas de forma exagerada a ciertas
situaciones o eventos, pero es importante
reconocer que estas reacciones no son al suceso actual, sino al recuerdo que
despiertan los mismos en nuestra memoria más profunda. El dolor del trauma es
intrusivo. Puede que una situación, evento, olor, sonido, sensación en tu
cuerpo, despierte esa memoria guardada en el momento menos apropiado o sin
sentido alguno, dejando un mal sabor en tu vida. A estos, les llamamos detonadores.
La etapa perinatal, el embarazo, parto y posparto, pueden estar llenos de
estos detonadores debido a su carácter tan íntimo y sexual. Si se
desencadenan en alguna de estas etapas, pueden causar dificultades y problemas, no solo a la persona que los sufre, sino al
personal de cuidado perinatal que la rodea. El detonador puede despertar
mecanismos de defensa que fueron utilizados en el momento del abuso, que pueden resultar ser los más inapropiados para la situación real y actual en la que
se encuentra la madre.
Una vez se reconoce que existe un problema relacionado a un trauma, puede que como sobreviviente, requieras ayuda, terapias y tratamientos de salud mental. Este cuidado solo puede proveerlo personal adiestrado en este área. Pero fuera de las puertas de esas oficinas, en la vida cotidiana, el apoyo para seguir adelante y el obtener la información que se necesita para tomar decisiones en la etapa perinatal, puede ser tan o más importante.
Una vez se reconoce que existe un problema relacionado a un trauma, puede que como sobreviviente, requieras ayuda, terapias y tratamientos de salud mental. Este cuidado solo puede proveerlo personal adiestrado en este área. Pero fuera de las puertas de esas oficinas, en la vida cotidiana, el apoyo para seguir adelante y el obtener la información que se necesita para tomar decisiones en la etapa perinatal, puede ser tan o más importante.
Un psicólogo,
terapista o especialista en salud mental no necesariamente tenga la facilidad
para obtener información sobre tratamientos y cuidados prenatales. Puede que no
tenga el conocimiento sobre el tema para
contestar todas las dudas, o el tiempo para dar el seguimiento y la asesoría en estos temas entre las citas.
Los médicos, en su mayoría, tampoco cuentan con el tiempo para contestar todas
las dudas o preguntas que puedan surgir. En ocasiones, incluso, carecen del
tacto y la paciencia para preparar al paciente para cada intervención y
tratamiento.
Esta falta de
conocimiento sobre el proceso y sobre las opciones, que de entrada puede ser
incómodo para cualquier embarazada, puede ser devastador y re-traumatizante
para una sobreviviente de trauma sexual. Es aquí donde entran en función otros profesionales
de servicios asociados a la salud maternal: los educadores y las educadoras perinatales,
las doulas, las Líderes de La Liga de La Leche, las IBCLCs y otros consultores y
consultoras de parto y/o lactancia. Estos profesionales, aunque no necesariamente
han recibido un entrenamiento específico en el manejo de víctimas y/o
sobrevivientes de trauma, en su mayoría están preparados y entrenados para
trabajar con tacto y paciencia. Puede que este profesional cuente con una
preparación más holística, donde el conocimiento de las respuestas fisiológicas, las emocionales y psicológicas se enlazan y ayudan a dar un entendimiento
más completo de los problemas y miedos que afligen a las mujeres durante esta
etapa tan importante de sus vidas.
Es común pensar que si
expresamos miedos, pensamientos o ideas negativas sobre nuestras vidas, en
particular si es sobre el embarazo o el parto, será mal visto por los demás; que es una señal de debilidad y/o de inhabilidad para ser personas responsables
o ser buenos padres. Después de todo, la cultura popular nos dice que esta
etapa debe ser de total regocijo y preparación, que debe ser todo para esa
nueva criatura y que nada más debe importarnos tener un ser
saludable en nuestros brazos.
El no pedir o recibir
ayuda, puede como mínimo, convertir el parto y la maternidad en una etapa desagradable
de la vida. Ignorar el dolor emocional puede llevarte a proyectarlos
físicamente, causando un embarazo de alto riesgo y/o un parto traumático; puede
hacerte vulnerable a otros abusos, que tal vez podrían evitarse al sentir que
no tienes el control de tu vida y de tu cuerpo; puede causarte problemas psicológicos, como depresión y psicosis posparto, más propensa a abusos de
sustancias o a hacerte daño. Tus niveles
de tolerancia y paciencia se afectan, haciéndote excesivamente sensible y
volátil o excesivamente insensible y negligente, afectando el apego con la familia, con los hijos, con la criatura que está por nacer. Esto no quiere decir que tienes que salir corriendo
a la calle y expresar al primer extraño tus problemas (aunque a veces aparece un extraño sensible que nos guía en la dirección correcta), sin embargo, manifestar abiertamente a otra persona lo
que te ocurre, abre las puertas a que recibas respuestas negativas y
positivas. Es importante, como
sobreviviente, elegir cuidadosamente con quién hablar, para que así te sientas lo suficiente segura como para hacer la confesión y aumentar las
probabilidades de recibir una respuesta que sea de ayuda y no de más
dolor. A veces solo toma intentarlo más
de una vez; entrevistar e indagar sobre si “x” o “y” proveedor pueda
ser la persona adecuada. El proceso puede ser más complejo o más doloroso de lo
que esperamos, pero los beneficios a largo plazo, valdrán la pena. Atrévete a romper ese silencio.
Nota: Al comenzar la escritura de este artículo, pensé en dirigirlo a los profesionales de salud, pero determiné que es difícil ayudar a alguien que no pide o desea ayuda, es por esto que fue redirigido a las posibles sobrevivientes. Exhorto a los profesionales a que busquen más información sobre como ser agente de ayuda para estas mujeres, es importante para la salud de las mismas y la satisfacción con nuestros servicios. A continuación, algunos recursos. Para más información o una lista más extensa de recursos, también puede comunicarse con esta servidora.